El supremacismo blanco es, sin duda, una de esas cosas que todos preferiríamos pensar que ya no existe. Como un recuerdo polvoriento de épocas que consideramos superadas, lo imaginamos en libros de historia, junto a las páginas de los antiguos prejuicios que preferimos dejar atrás. Sin embargo, no es así. Sigue aquí: presente y causando estragos.
A menudo disfrazado de discursos de “orgullo” racial o bajo la falsa bandera de la libertad de expresión, el supremacismo blanco no solo es un peligro ideológico. Es una máquina de muerte real y tangible. En 2018, según un informe de la Liga Antidifamación (ADL), todos los asesinatos vinculados al extremismo en los Estados Unidos fueron perpetrados por personas asociadas a movimientos de extrema derecha, muchos de ellos con ideologías supremacistas(ADL)(TPM – Talking Points Memo).
Algunos datos para recordar
El ataque en la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh es uno de esos momentos que congelan la sangre. Un hombre, convencido de la supremacía blanca, acabó con la vida de 11 personas solo por ser judías. Y no es un caso aislado. Cada uno de estos ataques no solo deja víctimas, sino que alimenta el miedo y la división en nuestras sociedades. Un peligro real, aquí y ahora, que nos golpea más cerca de lo que quisiéramos admitir.
En marzo de 2019, un supremacista blanco armado ingresó en dos mezquitas en Christchurch, donde asesinó a 51 personas e hirió a muchas más. Este ataque, transmitido en vivo en redes sociales, fue motivado por una ideología de odio hacia los inmigrantes y musulmanes, lo que conmocionó a nivel mundial y dejó claro el peligro del supremacismo blanco y la violencia racista. Este atentado es un símbolo de hasta dónde puede llegar el odio cuando se organiza en comunidades en línea(CSIS)(ADL).
En agosto de 2019, un tirador ingresó a una tienda Walmart con el objetivo de asesinar a personas de origen hispano, dejando un saldo de 23 muertos y muchos heridos. El atacante publicó un manifiesto en internet que expresaba sus temores hacia la “invasión hispana” en Estados Unidos, reflejando la influencia del supremacismo blanco. Este atentado muestra cómo el odio racial puede manifestarse en ataques brutales en cualquier lugar(TPM – Talking Points Memo)(ADL).
El impacto social
El supremacismo blanco no se queda en los márgenes. Se infiltra en el corazón de las democracias, alimentando el odio, creando fracturas profundas en nuestras sociedades. En sociedades occidentales que valoran la libertad y la igualdad, ¿cómo se concilia la existencia de este tipo de extremismo? Los ataques no solo cuestan vidas. También erosionan la confianza social, fomentan la desconfianza hacia las instituciones y nos empujan hacia la polarización.
Psicología e IA: una alianza para detectar el peligro
Ahora, la gran pregunta: ¿cómo enfrentamos este monstruo? Aquí es donde la psicología y la inteligencia artificial se encuentran y ofrecen algunas respuestas novedosas. Ambos campos, aparentemente distintos pueden unirse para detectar estos signos de radicalización antes de que sea demasiado tarde.
La IA puede analizar patrones de comportamiento en línea, escaneando redes sociales, foros y otros rincones oscuros de internet donde las ideologías supremacistas suelen incubarse. La psicología, por su parte, es esencial para comprender el “por qué”.
Pero podemos ir mucho más allá. Las investigaciones que estamos realizando actualmente en mi grupo de trabajo, apuntan a la capacidad de poder medir actitudes implícitas vinculadas al odio de otras razas y religiones de forma que las respuestas no puedan ser alteradas por un sesgo del evaluado al intentar dar una respuesta políticamente correcta o aquello que intuye que el entrevistador desea oír.
El reto, claro está, como siempre, en poder obtener datos para contrastar hipótesis y poner a prueba los modelos que elaboramos. Si evaluar a radicales religiosos nos cuesta un mundo, no imaginan lo que es conseguir que colabore un supremacista. Además, aunque los resultados obtenidos son alentadores, están lejos de ser infalibles. Aún tenemos mucho que afinar en términos de precisión, asegurándonos de no señalar a personas equivocadas.
No obstante, el avance de la tecnología y el entendimiento psicológico, así como la generación de datos sintéticos nos ayudan o, mejor dicho, nos dan un rayo de esperanza.
Pensábamos algunos que el nacionalsocialismo era una plaga extinta y solo era un malherido que dormía esperando tiempos mejores.
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